domingo, 2 de septiembre de 2007

Encrucijadas

Permiso de escribir, oh señor!, no lo comprendí. Qué misterio guardaba ahi, es tal como presentí. Pensaba en que algun día sellaría sus labios con un dulce halago, no me haga caer de vergüenza en estos momentos divagando. Si esque alguna persona hubiese podido enseñarme el dulce camino que deben seguir esos pasos, no se me escurriría el sudor por las manos. No se me ensanchareía los ojos cada vez que irrumpa su mirada frente a mi cara. Es imposible desear otra cosa, escuchar otra cosa. Cada vez más fuerte se hace la demencia, que invade mi alma, el espíritu mismo... He pedido permiso y con eso me rindo, he abandonado mi propio nombre.

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